
Debían de tener miedo SS.MM.los Reyes Magos de que la crisis hubiera llegado a Turón con inusitada recesión, motivo por el que en la tarde del segundo día del año enviaron a su embajador el príncipe Aliatar. En la biblioteca, de la que algún día debo escribir largo y bien, fue recibido por los pequeños que con más miedo que alegría fueron acercándosele para poder hablar con él. Importante debían ser los intercambios de mensajes puesto que se hacían con todo sigilo y en voz baja, totalmente imperceptibles, ¡como debe hacerse en estos casos!.
Al final, ya sin niños que puieran ser testigos de mi atrevimiento y después de haber tenido mil dudas tuve la oportunidad de hecerle entrega de mi carta. Sólo les pido, a SS.MM., una cosa para este año: que se terminen las obras que están empezadas en todo el Valle. Si, las del río, las de Turón centro, las de Santa Bárbara, las de la ciudad del tenis, las del ambulatorio... Se que no se puede ser egoista y me conformo con terminar lo que medio está empezado. Creo que me he portado bien y me lo merezco. Por eso, lo de Turón Patrimonio de la Minería Asturiana lo dejo para otra ocasión. Cuando regrasaba a casa pasé por la confitería La Gloria para encargar ya el tradicional Roscón de Reyes que Julín prepara como nadie. Vale más prevenir que quedarse sin él.
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